sábado, 26 de abril de 2014

Podemos. un artículo de Javier Doreste.

La unidad de la izquierda ha sido siempre una de nuestras principales preocupaciones. Desgraciadamente, frente a las experiencias positivas que significaron Canarias Verde y Roja y el mismo Frente amplio, no se ha podido cuajar una iniciativa de cara a las próximas elecciones europeas. Ni siquiera en el resto del Estado, la izquierda ha sido capaz de vertebrar propuestas unitarias para enfrentar los procesos electorales con la suficiente garantía de éxito.
No voy a entrar en la ronda de acusaciones. Suficientes estúpidos hay ya haciéndolas como para que uno se entretenga en eso. Basta con señalar el fracaso de IU para prolongar el éxito de la Izquierda Plural que le procuró diez escaños en el Congreso de Diputados para ver que la tarea era difícil, aunque no imposible. Ese mismo éxito de la Izquierda Plural, marcaba el camino. Pero ¿justifica esa situación que tiremos la toalla? Personalmente no lo creo. Debemos seguir trabajando por la unidad de la izquierda, desde el respeto mutuo a las diferentes familias que hay en ella, pero con el vigor suficiente como para que más temprano que tarde cuaje esa iniciativa unitaria que reclamamos.
Uno de los pasos que hay que dar es la potenciación y extensión de Podemos en las islas y todo el Estado. Podemos no se levanta contra el resto de la izquierda. Desde el principio ha tendido la mano a todos los que se reclaman de ese campo. Sólo ha puesto encima de la mesa una cuestión, más allá de los aspectos programáticos, la cuestión de la transparencia y la participación en la elaboración de las listas y en el propio funcionamiento de la izquierda. Para evitar que los aparatos enquistados y anquilosados cercenaran el proyecto desde el principio, como suele pasar. Para incorporar a la lucha política y no solo electoral a todas las personas que gritaron en su momento lo de que no nos representan. Durísima acusación que debe hacer reflexionar a nuestros políticos, sobre todo a los de izquierda.
Porque el problema importante está ahí. En el divorcio entre política y ciudadanía. En el rechazo de la gente al actual sistema político. Este divorcio, este rechazo, ha sido procurado por la misma clase política, alentado por las instituciones supuestamente democráticas e impulsado por los medios de comunicación con un solo objetivo: que la gente pase de la política, la deje en manos de los profesionales. Un pueblo sin inquietud política es un pueblo apagado y fácilmente manipulable. Podemos surge para romper esa tendencia. Para convencer a todos que la política es asunto de todos. No es negocio de unos pocos, más allá de la voluntad que tenga el político.
Y por eso Podemos es asambleario, abierto a todos. No existen militantes de primera ni de segunda. No se exige adoración al líder. Cualquiera pude hablar en la asamblea mientras respete las opiniones de los demás y se someta a la voluntad de la misma asamblea. Por supuesto que esto trae problemas de funcionamiento, choques y discusiones. Pero con la buena voluntad de todos y el respeto a los diez puntos y el manifiesto, ha ido haciendo camino con el propósito de incorporar a los que no se sienten representados, a los que están hartos del bipartidismo, el pactismo y los chanchullos. A lo largo del proceso se irán sumando gente y otras se quedaran rezagadas, por diverso motivos, pero las cosas irán poco a poco asentándose y los que se acercaron a Podemos con intereses espurios (boicotearlo en favor de otros, por ejemplo) terminarán o alejándose definitivamente o reincorporándose al ver que los hábitos democráticos de la asamblea siguen manteniéndose, se fortalecen y desarrollan. Asistir a una Asamblea de Podemos es asistir a un ejercicio de democracia y transparencia. Algunos se asustan por ello, temen perder su figura de dirigente o vocero y retroceden asustados. No importa. Tarde o temprano se darán cuenta de que hay que practicar lo que se proclama y respetar las decisiones de la Asamblea. Pero lo más importante de las asambleas de Podemos es ver como se ha ido incorporando cada vez más gente, jóvenes y mayores, que no habían participado nunca en la lucha política y que descubren ahora que hay un camino, una posibilidad en la que cada voz cuenta, en la que se práctica reflexión y acción colectiva para cambiar las cosas, empezando por uno mismo.
Podemos no surge con la intención de robarle el voto a otras formaciones de izquierda, como algún mentecato proclama, surge precisamente para recoger el voto de todos aquellos que no confían ya en la izquierda establecida, asentada, en la que no ha sabido conectar con esa multitud que se despertó en el 15 M y no ha encontrado quien sí la representante. Podemos surge para tender puentes entre los estudiantes pre-parados y los desempleados, entre los triturados por la crisis de este país, los que saben que en este sistema no tiene futuro, solo precariedad, explotación y pérdida de derechos. Un puente de esperanza y lucha, para demostrar que la propia gente puede tomar en sus manos su propio destino y el de este país. Qué no cabe lugar para la apatía y la desesperanza frente la Europa de los mercados y los gobiernos corruptos y dóciles al poder financiero.
Si lo consigue, y en ello estamos, podremos avanzar en la unidad de la izquierda. Será una llamada a la conciencia de los dirigentes y militantes de izquierda. Hará ver que si se puede funcionar de otra manera y que se puede derrotar en las urnas al neoliberalismo. Y como Podemos hacerlo, lo hacemos. Porque los tiempos no son de ofensas y traiciones. Son tiempos de unidad y lucha. Los viejos aparatos de la izquierda tendrán que darse cuenta de ello. Para forzar la unidad hay que perseverar en el intento y construir plataformas como el mismo Podemos. Solo agitando las conciencias por los hechos, se podrá avanzar.
Javier Doreste
miembro del Círculo de Gran Canaria

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